Jesucristo prometió a Pedro que sobre él edificaría su Iglesia (". – . edificaré mi Iglesia Mt. 16, 18), no sus Iglesias. Expresa su deseo de que todos los hombres formen "un solo rebaño bajo un solo pastor" (Jn, 10, 16), y manifiesta que "Todo reino dividido sí mismo, será desolado" (Mt. 12, 25).

jueves, 26 de septiembre de 2013

CUANDO ALGUIEN SE CREE DIOS

Así de claro, así de simple. No se siga descuartizando más y más el cuerpo de Cristo que es la Iglesia... COMPÁRTELO

martes, 17 de septiembre de 2013

Las agresiones a la religión católica ¿de dónde vienen?

Las agresiones a la religión católica en los medios de comunicación y por todas partes. ¿Qué hay detrás? ¿Cómo reaccionar?
Autor: Jesús Sáiz Luca de Tena y Mercedes Soto Falcó | Fuente: Arbil   http://es.catholic.net/
 
Las agresiones a la religión católica ¿de dónde vienen?
Las agresiones a la religión católica ¿de dónde vienen?
Tras una introducción previa, el artículo trata sobre los ataques que sufre la Religión Católica, de donde vienen éstos, sus autores, sus víctimas, quienes apoyan estos ataques, las motivaciones de esos ataques, las tácticas con que se desarrollan, como esos ataques permanecen impunes, como se defiende y como debiera hacerlo y propuestas para solucionar el problema.

Ante una realidad que nadie discute de agresiones permanentes a la Iglesia, a sus dogmas, a sus instituciones, a sus ministros y a su estética, los católicos no podemos ni debemos permanecer insensibles o pasivos. Debemos reaccionar buscando los canales adecuados para hacemos escuchar, defendiéndonos de estos ataques y difundiendo los valores del Evangelio en todos los ámbitos donde transcurre la vida del hombre.

Debido a que por un lado los medios de comunicación son un campo difícil y competitivo y por otro que los católicos arrastramos todavía un habito adquirido de una situación histórica ya pasada de no haber tenido que luchar para que nuestros principios cristianos fueran socialmente reconocidos, nos encontramos ante un gran desafío. Hemos de tomar conciencia de nuestra escasa preparación para responder a esta nueva situación y evitar el inhibimos a la hora de entrar en los sucesivos debates que se vayan planteando.

Estamos profundamente convencidos de que hoy en día ninguna sociedad puede prescindir de los medios de comunicación, del gran adelanto que estos significan y de la gran labor que desempeñan o deberían desempeñar en su adecuado desarrollo social y democrático. Es claro también que pueden convertirse en instrumentos de manipulación, de odio, mentira, calumnia, y encubrimientos al servicio de intereses económicos y políticos ilícitos de determinados sectores o personas. En este caso en vez de informar, desinforman y en vez de formar, deforman. Se trata de la ambivalencia de muchos de los progresos técnicos del hombre, cuya bondad o maldad viene dada por el uso que se haga de ellos y por los fines a los que se dediquen.

En un mundo que se ha hecho pequeño por la rapidez con que la información viaja de un extremo al otro, su difusión y la transmisión de las ideas es también inmediata y fácil por lo que se puede hablar de globalización del pensamiento. No es un disparate decir que los medios de comunicación son actualmente para muchos los principales educadores inspirando comportamientos, estilos de vida, y maneras de comprender el mundo y al hombre. Hoy en día se delega en estos medios algo tan personal como es la capacidad de pensar por uno mismo. El hombre ya no piensa, es pensado desde fuera. La televisión, la radio, la prensa, Internet se convierten así en las primeras instancias morales, dictan lo que esta bien y lo que esta mal, lo feo y lo bello, lo que debe hacerse o permitirse y lo que no. Se acaba viviendo a base de unas pocas ideas o tópicos que se repiten hasta la saciedad sin que nadie los someta a un análisis riguroso para averiguar de donde vienen, *a que intereses o intenciones responden y si responden a la verdad.

Tampoco se puede olvidar el gran el uso que de estos medios hacen los niños y los jóvenes, sin tener en muchísimos casos la preparación necesaria para desarrollar frente a ellos el necesario espíritu crítico . De esta forma estos medios van moldeando sus criterios, conductas y vida y la visión que de ella van adquiriendo, habiendo delegado los padres en ellos la responsabilidad de educadores prioritarios de sus hijos.

La Iglesia reconoce en los medios de comunicación social unos grandes aliados para su tarea evangelizadora. Ha utilizado el término de primer "areópago" para referirse a ellos en el sentido de que son el primer lugar de propagación y transmisión de las ideas.

A lo largo de su historia la Iglesia siempre se ha servido para transmitir el mensaje de salvación de los medios de comunicación disponibles en cada época. Así desde la antigüedad se sirvió del arte, la pintura o la escultura en pórticos, fachadas, retablos y manuscritos iluminados, es decir de la imagen, por dirigirse prácticamente siempre a una población en su mayoría analfabeta.

Cuando se inventó la imprenta, la iglesia igualmente utilizó ese medio de transmisión para difundir su doctrina a través de libros y demás textos escritos.

Actualmente se da una proliferación de enorme variedad y posibilidades de medios de comunicación, cine, vídeo, teatro..etc de los que la Iglesia, que somos todos, siguiendo su tradición histórica, debe servirse cada vez más para cumplir su misión pastoral.

Ahora bien, si es verdad que los medios de comunicación pueden ser para la Iglesia grandes aliados en su misión evangelizadora, también lo es, como hemos dicho al comienzo, que se pueden convertir en grandes adversarios cuando son utilizados como arma contra ella, como desgraciadamente está ocurriendo con demasiada frecuencia.

Raro es el día que pasa que no veamos en alguno de estos medios cómo la Iglesia, sus ministros o sus declaraciones son objeto de visiones deformadas o desinformadas, juicios apresurados, o silencios cómplices ante ataques desmesurados o mentiras manifiestas. Ya Cristo anunció a sus discípulos que serían perseguidos, hecho que a lo largo de la historia nunca ha dejado de ocurrir.

La diferencia con el pasado es que hoy al producirse esta persecución y ataques con los instrumentos mediáticos modernos, tienen una resonancia mucho mayor pues llegan rápidamente a todo el mundo y a todas partes. Utilizando fórmulas sensacionalistas y de escaso contenido y rigor se crea con mucha facilidad un estado de opinión pública errónea y contraria a la Iglesia que posteriormente es muy difícil corregir. Y esto una y otra vez contribuye eficazmente a denigrar y a poner bajo sospecha a la Iglesia cada vez que surgen cuestiones que la atañen directa o indirectamente. Una cosa es el disentir o la crítica razonada y otra es el sectarismo y la tendenciosidad.

Los ataques

Lo primero que hemos de precisar es la identidad de los autores de estos ataques. Los encontramos dentro y fuera de la Iglesia.

Desde dentro:

- Algunos teólogos y asociaciones de teólogos así como algunos sacerdotes que disienten en ocasiones con la enseñanzas de la Iglesia.

- Ciertos movimientos que se sitúan en la frontera de la ortodoxia.

- Algunos de los cristianos que son responsables de la organización, y programación de programas en radio y televisión, como son informativos, entrevistas, conferencias, debates; columnistas, periodistas, escritores intelectuales y también artistas que escriben en los periódicos o participan en dichos programas, debates... etc.

- Muchos de nosotros que somos miembros de la iglesia, y callamos o permitimos estos ataques.


Desde fuera:

- personas que se declaran no creyentes o al margen de la Iglesia y que tienen acceso, utilizan o trabajan en cualquiera de los medios de comunicación.

- Sectas manifiestamente hostiles a la Iglesia Católica.

Sobre quienes recaen estos ataques:

- la iglesia, en sus dogmas, declaraciones o documentos, instituciones, estética, liturgia, devociones y tradiciones.

- Los ministros, religiosos y religiosas, miembros de la jerarquía y en especial S.S. el Papa.

Soportes de estos ataques

Aunque ya los hemos mencionado en el punto anterior, nos estamos refiriendo a los diferentes medios de comunicación de los que se sirven los que llevan a cabo las agresiones que venimos denunciando, tales como son: diarios, revistas, radio, televisión, Internet, sin olvidar su relación con el mundo de la literatura, el arte, el cine y el teatro, a los que sirven como caja de resonancia.

Los ataques aparecen tanto en información general, artículos de opinión, editoriales, columnas, como en entrevistas, debates, mesas redondas, programas de humor.
Se da la paradoja que muchos de estos medios de comunicación son propiedad de personas próximas a la religión o al menos no contrarias. Los que manipulan, hacen o deshacen son los llamados profesionales de la comunicación, empleados y pagados por los dueños de esos medios.

Motivaciones de esos ataques

Todas estas agresiones ¿son fruto de un anticlericalismo sin más, del que en España, por cierto, hay una larga tradición? ¿Responden a experiencias personales negativas que no han podido digerirse? ¿Obedecen a un pasado histórico sobre el que todavía no se es capaz de tener una visión objetiva?

Sin duda y debido al peso que la Iglesia Católica sigue teniendo en España, sus posiciones en determinadas cuestiones siguen siendo incómodas para muchos, que desearían una Iglesia más permisiva y condescendiente. La denuncia sistemática de las bolsas de pobreza de nuestro país, del escándalo del enriquecimiento fraudulento de algunas personas o entidades, su desacuerdo con la prácticamente nula política de protección y ayuda a la familia, la promoción de una educación que favorece la promiscuidad entre los jóvenes, la falta de protección a la vida desde su concepción... etc molesta y mucho.

La Verdad con mayúscula no tiene mucha aceptación en sociedades hedonistas y materialistas, ni en el entramado de intereses políticos y económicos por las que estas se mueven. Tiene bastante lógica que ante el relativismo imperante donde ninguna verdad es definitiva y absoluta y la opinión de la mayoría es ley, la popularidad de la Iglesia en ciertos medios ande en cotas muy bajas.

Tácticas

Analicemos ahora algunas de las estrategias que se utilizan para llevar a cabo estas agresiones.

Se niega a la Iglesia el derecho de defenderse, y cuando lo hace se la tacha de victimismo, de cultivar la cultura de la queja, o de repetición de tics extemporáneos. En definitiva se ridiculiza su derecho a defenderse, lo que no se hace con ninguna otra institución.

Se parte de posiciones que presuponen la culpabilidad de la Iglesia a la que se exige todo tipo de explicaciones.

Arrogarse el derecho absoluto de establecer lo que está bien y lo que está mal en contra de la opinión de la Iglesia. Se erigen en jueces infalibles resolviendo muchas veces las cuestiones más arduas por medio de juicios sumarísimos.

Negar que la Iglesia pueda tener sus propias normas.

Poner en tela de juicio su doctrina, frecuentemente en base a declaraciones de personas de cierta popularidad que no están en posición de poder opinar y no dejan sino entrever su profunda ignorancia sobre las cuestiones religiosas tratadas.

Como desde el campo de la doctrina se carece de argumentos serios para ir contra la Iglesia, se recurre a la ironía, la burla, el sarcasmo, el descrédito, el desprecio y la desacralización. Esto se da también mucho en programas de televisión donde con una absoluta falta de respeto a la sensibilidad religiosa de muchas personas, se trata de forma frívola y superficial a personas de la jerarquía de la iglesia, o temas específicamente religiosos.

Negarse a considerar que la Iglesia deba opinar sobre cuestiones temporales. Se pretende relegar la fe y la doctrina católicas, así como la práctica de la religión, a la esfera de lo privado, eliminándolas lo más posible de la esfera pública. Parecería un intento de hacerla volver al tiempo de las catacumbas.

Favorecer la diatriba contra la Iglesia en forma de apoyo a los que disienten abiertamente contra ella, ya sean personas individuales o movimientos sociales.

Sistemática asociación de lo que peyorativamente llaman nacionalcatolicismo con el franquismo. Se ignora, o se silencia el hecho de las numerosísimas iglesias profanadas e incendiadas durante nuestra contienda civil o no se quiere atribuir la condición de mártires a las miles de personas que murieron en ella sólo a causa de su condición de obispos, sacerdotes, religiosos o religiosas o de ser simplemente cristianos confesos.

Identificar progreso con el permitir el aborto, la eutanasia, matrimonios de homosexuales, ordenación de las mujeres, equiparación de las uniones de hecho a las formas de familia tradicional ...etc y tachar de reaccionaria la postura de la Iglesia que manifiesta su disconformidad con ellas.

Se practica la cicatería en el elogio o en el reconocimiento de la labor positiva de la Iglesia a favor de los más desfavorecidos, en educación, con los enfermos, en la promoción de los valores sociales y económicos y en la defensa a ultranza de todos aquellos valores en los que se asienta la dignidad humana.

Se hace uso de una calculada ambigüedad a la hora de tratar determinados temas que tienen que ver con la Iglesia. Se da una de cal y otra de arena, manifestando como un temor a ponerse completamente de parte de ella, quedando de manifiesto esa tibieza evangélica tan frecuente en los medios cristianos de hoy.

Tomar la excepción, el pecado o error de algunos como la norma general dentro de la iglesia. Se hipertrofian deliberadamente las excepciones.

Coger un tema que perjudique a la Iglesia y apurarlo hasta el límite en artículos, editoriales, entrevistas.

Se recurre con frecuencia a la calumnia, la mentira, el infundio, sin preocuparse de contrastar la información para comprobar su veracidad. Ello obedece a la táctica de que se sabe que una vez vertida una información negativa sobre algo o alguien, cosa que es muy fácil, demostrar la verdad requiere un gran esfuerzo y tiempo y gran parte del daño queda hecho de todas maneras. Las rectificaciones se hacen en pocas ocasiones y frecuentemente de manera solapada en un pequeño recuadro en no se sabe que página.

Una forma de ataque más sutil que las habituales pero de mayores efectos a la larga, es denigrar de forma indirecta la estética tradicional de la iglesia. Si las ideas de Belleza y Bondad fueron consideradas siempre como un reflejo de la Belleza y Bondad divinas, ahora se procura eliminar esta inspiración sustituyéndola por el feismo gratuito e intrascendente o recurriendo a tácticas esperpénticas. Un ejemplo reciente lo tenemos en el supuesto rostro de Jesús confeccionado por un sedicente antropólogo y que los medios de comunicación se apresuraron a publicar.

Impunidad de los ataques

Es clara la gran pasividad de los católicos ante todos estos hechos que de una manera progresiva se han ido instalando en nuestra vida cotidiana. Nos hemos ido acostumbrando a convivir con ellos y muchas veces los observamos hasta en clave de humor. No nos damos cuenta que con nuestra falta de reacción nos hacemos culpables de que los fundamentos cristianos sobre los que se ha ido tejiendo nuestra historia y cultura con sus gestas heroicas y tragedias, con sus aciertos y equivocaciones, con sus épocas de esplendor y decadencias, van siendo minados. Se nos sustrae el alma de nuestra cultura y quedamos impasibles ante la consecuencia de su inevitable decadencia y las repercusiones que ello trae.

Pareciera que predomina una actitud de resignación ante lo que se considera inevitable o de obligado tributo que habría que pagar al progreso de nuestras sociedades aconfesionales en las que al final parece que todo vale. Y la paradoja es que precisamente en unas sociedades saturadas por la variedad de medios de comunicación, y por tanto de canales para hacer llegar a la opinión pública nuestra voz, los católicos permanecemos en gran parte mudos, facilitando la impunidad de estas agresiones constantes.

Es claro que los medios de comunicación social protagonizan un constante bombardeo contra la concepción cristiana de la vida y del hombre cuando promueven esta política de ataques mas o menos directos contra la Iglesia. Contribuyen al establecimiento de una atmósfera cada vez mas contraria a los valores del humanismo cristiano, y a la acentuación de ese vacío existencial que amenaza al hombre de hoy, y que es origen de tantas lacras en las nuevas generaciones tales como las drogas, la promiscuidad sexual, el alcohol, las enfermedades mentales, la incapacidad para mantener la fidelidad conyugal...etc.

Como cristianos tenemos pues, que ser conscientes de la trascendencia que supone nuestra pasividad ante estos hechos. Si queremos de verdad sociedades mas justas, y libres donde el hombre pueda desarrollarse plenamente como tal y creemos que en el mensaje de salvación cristiano esta la clave para que así sea, no podemos asistir inermes a los ataques a nuestra religión y a nuestra Iglesia, vengan de donde vengan. Si estos ataques permanecen impunes es responsabilidad de todos el que así sea. Y si no miremos a otras sociedades o grupos de creyentes. Sin elogiar posturas extremas, ¿qué pasa cuando un medio de comunicación social se mete contra los judíos o musulmanes? La reacción suele ser contundente social y económicamente (casos IBM, Telefónica, o BBC) y la retractación por parte de quien ha hecho el ataque, inmediata.

Si se declara delito el antisemitismo ¿por qué no también el anticatolicismo o el ataque a otra religión cualquiera? No se puede confundir la tolerancia y el respeto a otras creencias con la indefensión y la falta de exigencia de respeto a las propias.

Defensas

Cabe ahora preguntarse cómo nos defendemos y cómo se defiende la Iglesia ante estos ataques. Sin duda los católicos nos podríamos hacer acreedores en muchísimas ocasiones de aquellas palabras con que Jesús acababa la parábola del administrador infiel: « los hijos de este mundo son más astutos con los de su generación que los hijos de la luz»(Lc.16, 8). Es claro que ante el acoso y críticas poco rigurosas a las que en muchas ocasiones es sometida nuestra Iglesia no ofrecemos una adecuada respuesta y estrategia.

En primer lugar se tarda mucho en responder. La contestación llega cuando en los medios de comunicación se lleva hablando días o semanas sobre el tema en cuestión. Se han divulgado ya toda una serie de pareceres de la más variada procedencia, sobre una información que muchas veces es parcial e incompleta, y que hábilmente manipulada consigue dar una imagen en algunos casos muy desfavorable de la Iglesia, sus ministros o de sus actuaciones.

Cuando se responde se hace frecuentemente sin mucha contundencia, con un lenguaje poco asequible para el hombre de la calle. Se utilizan largos y densos comunicados, poco atractivos, que no captan el interés o la atención de lector u oyente. Al final solo un reducidísimo grupo de personas es el que se los lee o escucha hasta el final. Se suele tratar de los ya convencidos, de ninguna manera de los que no lo están.

Se echa de menos también el que a la hora de contestar en favor de las posturas de la iglesia prácticamente siempre sean los obispos o algún ministro ordenado los que lo hacen y no laicos, preparados en el campo de las comunicaciones sociales, que puedan ser sus portavoces. Pareciera que no hay casi laicos en la iglesia que esten preparados para salir a la calle para dialogar, argumentar, y defender las posturas, opiniones o pensamiento de la Iglesia en las distintas cuestiones planteadas. Vaya aquí en el campo de las excepciones nuestro homenaje y gratitud al comentario semanal de «Gonzalo de Berceo» en el Alfa y Omega.

Tampoco se consigue que los numerosos movimientos y asociaciones de fieles laicos dentro de la iglesia logren hacer escuchar una voz unitaria frente a estos ataques. Hay que tener en cuenta que todos ellos reúnen a un gran número de personas y que podrían tener una presencia muchísimo mayor y activa en los medios de comunicación. Se evitaría así que la defensa frente a estos ataques quedara circunscrita a charlas en una sala de conferencias o a quejas en la sobremesa en la propia casa.

La consecuencia de todo esto es que se produce una sensación de desánimo, resignación, impotencia y desorientación entre los católicos, que acostumbrados ya a las permanentes agresiones, acaban por creerse todo lo que les cuentan los medios de comunicación, incapaces de formarse una opinión que responda a la verdad de los hechos. Se va creando así una especie de complejo de ser cristiano y de opinar en cristiano. Parece que el serlo solo sirve para el ámbito de lo privado, para el interior de las iglesias y para unos nostálgicos de tradiciones pasadas pero inservibles para los tiempos modernos.

De aquí a dejarse arrastrar por el relativismo moral imperante en todos los campos hay muy poco trecho, porque al enturbiarse el juicio, se acaba pensando que todas las opiniones son igual de buenas y válidas.

Propuestas

Como postura previa habría que abandonar una permanente actitud defensiva que lleva aparejada siempre una cierta debilidad de la Iglesia y la pérdida de la iniciativa a la hora de hacer llegar sus propuestas, explicar sus posturas y propiciar un diálogo que lleve a un mayor y mejor entendimiento entre las distintas partes.

La iglesia no puede ir siempre por detrás de las cuestiones que salen a debate público y que la atañen directa o indirectamente, ni esperar a que se hayan vertido contra ella o contra sus actuaciones todo tipo de juicios y opiniones muchas veces faltas de rigor y veracidad. Debe por el contrario ir por delante, prever lo que va a saltar a la actualidad, tener a punto sus comunicados para responder de forma inmediata en todos los medios posibles, en un plano de igualdad con los que no piensan como ella o la critican.

Otra cuestión muy importante es la del lenguaje o la forma de expresar su pensamiento en los medios. Las respuestas tendrán que ser ágiles, claras , directas , concisas y oportunas, evitando que sus comunicados puedan parecer catequesis. Ante una cuestión polémica no es necesario esperar a tener elaborado un complejo documento con toda suerte de matizaciones. El tiempo que se necesita para ello es perder el factor oportunidad en la respuesta.

Para esto sería necesario crear o reforzar si ya existe un equipo de comunicadores profesionales, capaces de pulsar continuamente la opinión pública, y lo que se dice o va a decir en los medios para poder tener a punto los comunicados propios. Este equipo tendría que ser algo así como un puente entre los obispos y la gente de la calle, siendo capaces de traducir al lenguaje corriente y de sintetizar el pensamiento de la iglesia en un momento dado.

Desde aquí hacemos un llamamiento a los periodistas y a las Facultades de Ciencias de la Comunicación para que al igual que en los planes de estudio se contempla la formación en temas económicos, políticos e históricos, se incluya también la formación en cuestiones religiosas independientemente del credo de cada uno. Estamos convencidos, como dijo recientemente Monseñor Foley en Madrid que «un periodista no puede ser un buen profesional sin apreciar la importancia de la religión en la vida humana». Ello sin duda facilitará la comprensión de fenómenos como los que estamos viviendo a propósito de los fundamentalismos, así como de comprender mejor y en todo su alcance las declaraciones de la Iglesia, en vistas a una mejor información. Se evitaría de este modo el tener que recurrir a tantos tópicos, y argumentos que han quedado completamente obsoletos y que cualquier historiador con un mínimo de rigor y honradez profesional podría desmontar con toda facilidad.

Siguiendo con las propuestas, es necesario reforzar e incrementar la presencia de los católicos en los medios de comunicación, tanto de forma permanente como esporádica a través de los canales habilitados para ello (cartas al director, colaboraciones, entrevistas ... etc.)

Creación y financiación de periódicos, revistas, canales de televisión, y emisoras de radio que sean propiedad de la Iglesia y de asociaciones católicas, en las que la Iglesia pueda expresar de forma continuada su opinión sobre cualquier tema. En el caso de las publicaciones escritas, buscar el que sean asequibles económicamente

para todos y la forma de darles una amplia difusión. Pedimos medios de comunicación católicos y medios de comunicación respetuosos con lo católico.

Organización y participación de los laicos en conferencias, debates, reuniones en los que se analice, explique y argumente el pensamiento y las posturas de la Iglesia en temas de actualidad.

Promover la unión de movimientos y asociaciones de la Iglesia con el fin de encontrar canales comunes a través de los que se pueda hacer llegar a la opinión publica su voz unitaria.

Como medidas de presión ante situaciones de agresión manifiesta a la Iglesia proponemos:
- recurrir a la aplicación de la legislación vigente por medio de las oportunas denuncias.
- Rechazar los medios hostiles a la Iglesia, negándoles nuestra audiencia y seguimiento, así como las marcas comerciales que los patrocinan.

Como conclusión de esta comunicación pedimos ante estas agresiones: conocimiento a fondo de la situación denunciada; reacción valerosa y oportuna ante ellas; búsqueda del criterio justo, con la humildad suficiente para corregir los propios errores y dejarse inspirar siempre por el máximo precepto evangélico: IN OMNIA CHARITAS.

jueves, 5 de septiembre de 2013

¿Cual es la Iglesia que fundo Jesus?





Pregunta: ¿Cuántas Iglesias fundó Jesús?

Respuesta: Sabemos por la Biblia que Jesús fundó Una sola Iglesia.

Y ahora, yo te digo: Tú eres Pedro, o sea Piedra,  y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia (Mt. 16,18). 

Pregunta: ¿Cuánto tiempo durará la Iglesia que fundó Jesús?

Respuesta: La Iglesia que fundó Jesús, durará hasta el fin del mundo.

Los poderes del infierno no podrán vencerla (Mt. 16,18).  

Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo (Mt 28,20).

Pregunta: Entre todas las Iglesias actuales, ¿Cuál es aquella única Iglesia que fundó Jesús?

Respuesta: Entre todas las Iglesias actuales, la Iglesia Católica es aquella única que fundó Jesús. 

Pregunta: ¿Cómo sabemos que la Iglesia católica es la única Iglesia que fundó Jesús?

Respuesta: Lo sabemos por el hecho que la Iglesia Católica es la única Iglesia antigua, que llega hasta Jesús. Mientras todas las demás Iglesias o sectas, salieron de la Iglesia Católica y tienen a hombres como fundadores.

Pregunta: ¿Cómo sabemos que la Iglesia Católica llega hasta Jesús?

Respuesta: Lo sabemos por los documentos históricos. Por ejemplo, tenemos la lista de todos los papas, desde San Pedro hasta el papa actual.

1. San Pedro +67
2. San Lino 67-79
3. San Anacleto 79-90
4. San Clemente 90-99
5. San Evaristo 99-107
6. San Alejandro 107-115
7. San Sixto I 115-125
8. San Telésforo 125-136
9. San Higinio 136-140
10. San Pío I 140-155
11. San Aniceto 155-166
12. San Sotero 166-175
13. San Eleuterio 175-189
14. San Victor I 189-199
15. San Ceferino 199-217
16. San Calixto I, 217-222
17. San Urbano I, 222-230
18. San Ponciano, 230-235
19. San Antero, 235-236
20. San Fabián, 236-250
21. San Cornelio, 251-253
22. San Lucio I, 253-254
23. San Esteban I, 254-257
24. San Sixto II, 257-258
25. San Dionicio, 259-268
26. San Felix I, 269-274
27. San Eutiquiano, 275-283
28. San Cayo, 283-296
29. San Marcelino, 296-304
30. San Marcelo I, 307-308
31. San Eusebio, 308
32. San Melquiades, 310-314
33. San Silvestre, 314-335
34. San Marcos, 336
35. San Julio I, 337-352
36. San Liberio, 352-366
37. San Dámaso I, 366-384
38. San Ciricio, 384-398
39. San Anastacio I, 398-401
40. San Inocencio I, 401-417
41. San Zósimo, 417-418
42. San Bonifacio I, 418-422
43. San Celestino I, 422-431
44. San Sixto III, 432-440
45. San León I (Magno), 440-461
46. San Hilario, 461-468
47. San Simplicio, 468-483
48. San Felix II, 483-492
49. San Gelasio I, 492-496
50. San Anastacio II, 496-498
51. San Simmaco, 498-514
52. San Ormisdas, 514-523
53. San Juan I, 523-526
54. San Felix III, 526-530
55. San Bonifacio II, 530-532
56. San Juan II, 532-535
57. San Agapito, 535-536
58. San Silverio, 536-537
59. Vigilio, 537-555
60. Pelagio I, 556-560
61. Juan III, 560-573
62. Benedicto I, 574-5
63. Pelagio II, 578-590
64. San Gregorio I (Magno), 590-604
65. Sabiniano, 604-606
66. Bonifacio III, 607
67. San Bonifacio IV, 608-615
68. San Adeodato, 615-618
69. Bonifacio V, 619-625
70. Honorio I, 625-638
71. Severiano, 640
72. Juan IV, 640-642
73. Teodoro I, 642-649
74. San Martín I, 649-655
75. San Eugenio I, 655-657
76. San Bitalino, 657-672
77. Adeodato, 672-676
78. Domno, 676-678
79. San Agatón. 678-681
80. San León II, 681-683
81. San Benedicto II, 684-685
82. Juan V, 685-686
83. Canon, 686-687
84. San Sergio I, 687-701
85. San Juan VI, 701-705
86. San Juan VII, 705-707
87. San Sisinio, 708
88. Constantino I, 708-715
89. San Gregorio II, 715-731
90. San Gregorio III, 731-741
91. San Zacarías, 741-752
92. Esteban II, 752-757
93. San Pablo I, 757-767
94. Esteban III, 768-772
95. Adriano I, 772-795
96. León III, 795-816
97. Esteban IV, 816-817
98. San Pascual I, 817-824
99. Eugenio II, 824-827
100. Valentín, 827
101. Gregorio IV, 827-844
102. Sergio II, 844-847
103. San León IV, 847-855
104. Benedicto III, 855-858
105. Nicolás I, 858-867
106. Adriano II, 867-872
107. Juan VIII, 872-882
108. Mario I, 882-884
109. Adriano III, 884-885
110. Esteban V, 885-891
111. Formoso, 891-896
112. Bonifacio VI, 896
113. Esteban VI, 896-897
114. Romano, 897
115. Teodoro II, 897
116. Juan IX, 898-900
117. Benedicto IV, 900-903
118. León V, 903
119. Cristóbal, 903-904
120. Segio III, 904-911
121. Anastacio III, 911-913
122. Landón, 913-914
123. Juan X. 914-928
124. León VI, 928-929
125. Esteban VII, 929-931
126. Juan XI, 931-935
127. León VII, 935-939
128. Esteban VIII, 939-942
129. Marino II, 942-946
130. Agapito II, 946-955
131. Juan XII, 955-963
132. León VIII, 963-964
133. Benedicto V, 964         
134. Juan XIII, 965-972
135. Benedicto VI, 973-974
136. Benedicto VII, 974-983
137. Juan XIV, 983-984
138. Bonifacio VIII, 984-985
139. Juan XV, 985-996
140. Gregorio V, 996-999
141. Silvestre II, 999-1003
142. Juan XVII, 1003
143. Juan XVIII, 1003-1009
144. Sergio IV, 1009-1012
145. Benedicto VIII, 1012-1024
146. Juan XIX, 1024-1032
147. Benedicto IX, 1032-1044
148. Silvestre III. 1045
149. Gregorio VI, 1045-1046
150. Clemente II, 1046-1047
151. Dámaso II, 1048
152. San León IX, 1048-1054
153. Victor II, 1054-1057
154. Esteban IX, 1057-1058
155. Benedicto X, 1058-1059
156. Nicolás II, 1059-1061
157. Alejandro II, 1061-1073
158. San Gregorio VII, 1073-1085
159. Victor III, 1086-1087
160. Urbano II, 1088-1099
161. Pascual II, 1099-1118
162. Gelacio II, 1118-1119
163. Calixto II, 1119-1124
164. Honorio II, 1124-1130
165. Inocencio II, 1130-1143
166. Celestino II, 1143-1144
167. Lucio, 1144-1145
168. Eugenio III, 1145-1153
169. Anastacio 1153-1154
170. Adriano IV, 1154-1159
171. Alejandro III, 1159-1181
172. Lucio III, 1181-1185
173. Urbano III, 1185-1187
174. Gregorio IX, 1187
175. Clemente III, 1187-1191
176. Celestino III, 1191-1198
177. Inocencio III, 1198-1216
178. Honorio III, 1216-1227
179. Gregorio X, 1227-1241
180. Celestino IV, 1241
181. Inocencio IV, 1243-1254
182. Alejandro IV, 1254-1261
183. Urbano IV, 1261-1264
184. Clemente IV, 1265-1268
185. San Gregorio XI, 1271-1276
186. Inocencio V, 1276
187. Adriano V, 1276
188. Juan XXI, 1276-1277
189. Nicolás III, 1277-1280
190. Martín V, 1281-1285
191. Honorio IV, 1285-1287
192. Nicolás IV, 1288-1292
193. San Celetino V, 1294
194. Bonifacio IV, 1294-1303
195. Benedicto XI, 1303-1304
196. Clemente V, 1305-1314
197. Juan XXII, 1316-1334
198. Benedicto XII, 1334-1342
199. Clemente VI, 1342-1352
200. Inocencio VI, 1352-1362
201. Urbano V, 1362-1370
202. Gregorio XII, 1370-1378
203. Urbano VI, 1378-1389
204. Bonifacio IX. 1389-1404
205. Inocencio VII, 1404-1046
206. Gregorio VIII, 1406-1415
207. Martín V, 1417-1431
208. Eugenio IV, 1431-1447
209. Nicolás V, 1447-1455
210. Calixto III, 1455-1458
211. Pío II, 1458-1464
212. Pablo II, 1464-1471
213. Sixto IV, 1471-1484
214. Inocencio VIII, 1484-1492
215. Alejandro VI, 1492-1503
216. Pío III, 1503
217. Julio II, 1503-1513
218. León X, 1513-1521
219. Adriano VI, 1522-1523
220. Clemente VII, 1523-1534
221. Pablo III, 1534-1549
222. Julio III, 1550-1555
223. Marcelo II, 1555
224. Pablo IV, 1555-1559
225. Pío IV, 1559-1565
226. San Pío V, 1566-1572
227. Gregorio XV, 1572-1585
228. Sixto V, 1585-1590
229. Urbano VII, 1590
230. Gregorio XV, 1590-1591
231. Inocencio IV, 1591
232. Clemente VIII, 1592-1605
233. León XI, 1605
234. Pablo V, 1605-1621
235. Gregorio XVI, 1621-1623
236. Urbano VIII, 1623-1644
237. Inocencio X, 1644-1655
238. Alejandro VII, 1655-1667
239. Clemente IX, 1667-1699
240. Clemente X, 1670-1676
241. Inocencio XI. 1676-1689
242. Alejandro VII, 1689-1691
243. Inocencio XII, 1691-1700
244. Clemente XI, 1700-1721
245. Inocencio XIII, 1721-1724
246. Benedicto XIII, 1724-1730
247. Clemente XII, 1730-1740
248. Benedicto XIV, 1740-1758
249. Clemente XIII, 1758-1769
250. Clemente XIV, 1769-1774
251. Pío VI, 1775-1799
252. Pío VII, 1800-1823
253. León XI, 1823-1829
254. Pío VIII, 1829-1830
255. Gregorio XVII, 1831-1846
256. Pío IX, 1846-1878
257. León XIII, 1878-1903
258. Pío X, 1903-1914
259. Benedicto XV, 1914-1922
260. Pío XI, 1922-1939
261. Pío XII, 1939-1958
262. Juan XXIII, 1958-1963
263. Pablo VI, 1963-1978
264. Juan Pablo I, 1978
265, Juan Pablo II, 1978
266 Benedicto XVI
267 Francisco I


Pregunta: ¿Es cierto que Jesús dio permiso a ciertas personas para que fundaran otras Iglesias, aparte de la que él fundó personalmente?

Respuesta: No es cierto. Según la Biblia, Jesús fundó una sola Iglesia y no dio a nadie permiso para fundar otras Iglesias.

Pregunta: ¿Cómo llama la Biblia a los que se salen de la Iglesia, que fundó Cristo, y enseñan otras doctrinas?

Respuesta: A los que se salen de la Iglesia que fundó Cristo y enseñan otras doctrinas, la Biblia los llama anti-Cristos es decir enemigos de Cristo y perturbadores. Por lo tanto, quedan malditos.

Hijitos míos, es la última hora, y se les dijo que tendría que llegar el anticristo; en realidad, ya han venido varios anticristos, por donde comprobamos que ésta es la última hora. Ellos salieron de entre nosotros mismos, aunque realmente no eran de los nuestros. Si hubieran sido de los nuestros se habrían quedado con nosotros. Al salir ellos, vimos claramente que entre nosotros no todos eran de los nuestros (1Jn 2, 18-19).

En realidad no hay otros evangelio, sino que hay entre ustedes algunos perturbadores que quieren trastornar el Evangelio de Cristo. Pero aunque viniéramos nosotros o viniera del cielo algún ángel para  anunciarles  el Evangelio de otra manera que lo hemos anunciado. ¡sea maldito! (Gal 1,7-8).


Pregunta: ¿Qué quiere Jesús: que haya división o unidad entre sus discípulos? 

Respuesta: Jesús quiere que haya unidad entre sus discípulos.

Que todos sean uno como Tú, Padre, estás en Mí, y Yo en Ti. Sean también ellos uno en nosotros: así el mundo creerá  que Tú me has enviado (Jn 17,21).

Pregunta: ¿Desde cuándo empezaron las divisiones entre los discípulos de Cristo?

Respuesta: Las divisiones entra los discípulos de Cristo empezaron casi desde un principio de la fundación de la Iglesia Católica.  

Me refiero a que cada uno va proclamando: Yo soy de Pablo, yo soy de Apolo, yo soy de Pedro, yo soy de Cristo. ¿Acaso está dividido Cristo? (1 Cor 1, 12-13).

Pregunta: ¿Cuál es la causa de las divisiones entre los discípulos de Cristo?

Respuesta: La causa de las divisiones es la ignorancia y el pecado.

Para ellos la religión es puro negocio (1 Tm 6,5).

La raíz de todos los males es el amor al dinero (1 Tm 6,10).

Pregunta: ¿Cómo hay que portarse con los que se salieron de la única Iglesia que fundó Jesús y enseñan doctrinas falsas?

Respuesta: Hay que rechazarlos, para no dejarse contaminar por sus errores.

El Espíritu nos dice claramente que en los últimos tiempos algunos renegarán de la fe para seguir enseñanzas engañosas y doctrinas diabólicas. Los seducirán hombres mentirosos que tienen su conciencia marcada al fuego con la señal de su dueño. Rechaza en cambio las leyendas sin fundamento, verdaderos cuentos de viejas (1a Tim 4,1-2.7).

Por haberse apartado de esta línea, algunos se han enredado en palabrerías inútiles. Pretender ser maestros de la Ley, cuando en realidad no entienden ni lo que dicen, ni las teorías de que parecen tan seguros (1a Tim 1,6-7).

Si alguien fomenta sectas en la Iglesia, le llamarán la atención una primera y una segunda vez; después, rompe con él, sabiendo que es un descarriado y culpable que se condena así mismo (Ti 3,10-11).

Pregunta: ¿Es conveniente leer libros y revistas protestantes o escuchar sus casetes o programas de radio?

Respuesta: No es conveniente leer o escuchar propaganda protestante para no dejarse engañar.

Pregunta: ¿Por qué algunos se salen de la verdadera Iglesia, que fundó Jesús, para ingresar a las sectas?

Respuesta: Generalmente los que se salen de la verdadera Iglesia, que fundó Jesús, para ingresar en las sectas, lo hacen por ignorancia.

Pregunta: Según la enseñanza de Jesús, en la verdadera Iglesia que él fundó personalmente ¿hay puros santos o también hay pecadores?

Respuesta: Según la enseñanza de Jesús, en la verdadera Iglesia que él fundó personalmente, hay santos y pecadores.

Les propuso otro ejemplo: El Reino de los cielos es como un hombre que sembró buena semilla en su campo. Pero, cuando estaba durmiendo, vino su enemigo y sembró maleza en medio del trigo. Cuando el trigo estaba echando espigas apareció la maleza. Entonces los trabajadores fueron a decirle al patrón: Señor, ¿no sembró buena semilla en su campo?; ¿de dónde, viene pues, esta maleza? Respondió el patrón: Eso es obra de un enemigo. Los obreros le preguntaron: ¿Quieres que la arranquemos? No, dijo el patrón, no sea que al arrancar la maleza arranquen también el trigo. Dejen crecer juntos el trigo y la maleza. Cuando llegue el momento de la cosecha yo diré a los segadores: Corten primero la maleza y en atados échenla al fuego, y después guarden el trigo en las bodegas (Mt 13,24-30).


Pregunta:  Según la parábola del trigo y la cizaña, ¿cuándo se hará la separación entre los buenos y los malos?

Respuesta: Según la parábola del trigo y la cizaña, al final se hará la separación entre los buenos y los malos. En este mundo, todos viven juntos.

El Hijo del Hombre enviará a sus ángeles para que quiten de su Reino todos los escándalos y saquen a los malvados. Y los arrojarán en el horno ardiente. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. Al mismo tiempo, los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. Quien tenga oídos, que entienda (Mt 13,41-43).

Pregunta: ¿Quién tiene derecho a juzgar a los demás?

Respuesta: Nadie tiene derecho a juzgar a los demás. Solamente Dios.

No juzguen y no serán juzgados (Lc 6,37).

¿Y por qué te fijas en la pelusa que tiene tu hermano en un ojo si no eres consciente de la viga que tienes en el tuyo? ¿Cómo puedes decir a tu hermano: Hermano deja que te saque la pelusa que tienes en el ojo, siendo que tu no ves la viga en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás con claridad y podrás sacar la pelusa del ojo de tu hermano (Lc 6,41-42).

Pregunta: Al tiempo de Jesús, ¿cómo se llamaban los que se consideraban santos y juzgaban a los demás?

Respuesta: Los que se al tiempo de Jesús, se consideraban santos y juzgaban a los demás, se llamaban fariseos.

Puso además esta comparación por algunos que estaban convencidos de ser justos y que despreciaban a los demás: Dos hombre subieron al templo a orar, uno era fariseo y otro publicano. El fariseo de pie, oraba en su interior de esta manera: Oh Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos, adúlteros, o como ese publicano que esta allí. Ayuno dos veces por semana, doy la décima parte de todo lo que tengo. El publicano, en cambio se quejaba atrás y no se atrevía a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: Dios mío, ten piedad de mí que soy un pecador. Yo les digo que este último estaba en gracia de Dios cuando volvió a su casa pero el fariseo no. Porque todo hombre que se hace grande será humillado, y el que se humille será hecho grande (Lc 18, 9-14).

Pregunta: Actualmente, ¿quiénes se parecen a los fariseos?

Respuesta: Actualmente los protestantes de muchas sectas fundamentalistas se parecen a los fariseos, por sentirse buenos y juzgar a los demás.

Pregunta: Jesús ¿cómo trató a los fariseos?

Respuesta: Jesús trató a los fariseos con mucha dureza, por ser orgullosos e hipócritas. Lo mismo haría hoy con muchos protestantes de ahora.

¡Ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos hipócritas! Ustedes llenan el plato y la copa con robos y violencias y, por encima echan una bendición. ¡Fariseo ciego! Haz que sea puro el interior y, después, se purificará también el exterior. ¡Ay de ustedes maestros de la Ley y fariseos hipócritas! Pues ustedes son semejantes a sepulcros bien pintados que tienen buena apariencia, pero por dentro están llenos de huesos y de toda clase de podredumbre. Ustedes también aparecen exteriormente como hombres religiosos, pero en su interior están llenos de hipocresía y de maldad (Mt 23, 25-28).

Pregunta: Según la Biblia, las divisiones ¿durarán para siempre?

Respuesta: No según la Biblia, algún día terminarán las divisiones y se hará un solo rebaño bajo un solo pastor.

Yo soy el buen pastor: conozco las mías y las mías me conocer a mí. Tengo otras ovejas, que no son de este corral. A ellas también las llamaré y oirán mi voz: habrá un solo rebaño, como hay un solo pastor (Jn 10, 14-16).

Pregunta: Según la historia, ¿tenemos ejemplo de sectas que hayan desaparecido?

Respuesta: Sí. Todas las sectas que surgieron durante el primer milenio del cristianismo, ya desaparecieron. Las sectas que existen ahora, son muy recientes. A lo sumo tienen unos cien, doscientos, trescientos o cuatrocientos años de historia. Seguramente como desaparecieron las antiguas sectas, así también van a desaparecer las que existen actualmente En efecto, este es el destino de todas las sectas: empezar, desarrollarse y morir. Solamente la Iglesia Católica viene desde Jesús y llegará hasta el fin del mundo.

Dios te bendiga.



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