Jesucristo prometió a Pedro que sobre él edificaría su Iglesia (". – . edificaré mi Iglesia Mt. 16, 18), no sus Iglesias. Expresa su deseo de que todos los hombres formen "un solo rebaño bajo un solo pastor" (Jn, 10, 16), y manifiesta que "Todo reino dividido sí mismo, será desolado" (Mt. 12, 25).

domingo, 2 de junio de 2013

EL PROBLEMA DE LAS IMÁGENES


Desde ahí empiezan los ataques de las sectas. Para resolver el problema de raíz, no bastan unas cuantas citas bíblicas. Se necesita una verdadera acción evangelizadora que llegue hasta el fondo del asunto, aunque cueste y lleve sus riesgos.

El caballo de batalla de las sectas
Tratando de imágenes, nos encontramos frente a un verdadero problema: una cosa es la doctrina oficial de la Iglesia (II Concilio Ecuménico de Nicea: año 787; Concilio de Trento: año 1563) y otra cosa es el sentir del pueblo en general, muy distante de la doctrina oficial.
Lo peor del caso es que, a nivel de jerarquía, no existe una clara conciencia acerca de la gravedad del problema. Se resuelve todo con recordar que se trata de "religiosidad popular", como si la religiosidad popular fuera algo intocable, un conjunto de tabúes o dogmas que estuvieran al margen de la acción evangelizadora de la Iglesia.
Y no es así. Con la Nueva Evangelización se tiene que enfrentar también el problema de las imágenes a nivel popular. En realidad, es un error entender la Nueva Evangelización como algo reservado exclusivamente a una pequeña elite de católicos comprometidos, dejando al pueblo en general (el vulgus) en su irreparable ignorancia. Y esta labor se hace siempre más urgente, cuanto más se intensifica el acoso de las sectas, que precisamente utilizan el tema de las imágenes como su caballo de batalla (Ex 20,4; Sal 135,15 18; Dt 7,25).

Santos e imágenes de los santos
Para enfrentar el problema con seriedad, no basta citar algunos textos bíblicos, donde se ve que se pueden tener las imágenes (Ex 25,18; Núm 21,8; Jue 17,4 5 y 18,30 31; 1 Re 6,23 35 y 7,35 51). Hay que ver qué piensa realmente la gente acerca de las imágenes y tratar de corregir ciertas desviaciones. Hay que ir aclarando que existe una enorme diferencia entre la Virgen y la imagen de la Virgen, San Antonio y la imagen de San Antonio, el niño Dios y la imagen del Niño Dios. Nada de que: "La Virgen va a venir a mi casa". Es necesario ir aclarando las cosas.
Normalmente el pueblo, cuando habla de las imágenes o las estatuas religiosas, utiliza la palabra "santos". Se oye decir: "En mi casa tengo muchos santitos". Pues bien, hay que aclarar que "los santos" somos nosotros, los seguidores de Cristo (Ef 1,1), mientras lo que tenemos en las casas o en los templos no son los "santos", sino las imágenes o las estatuas de los "santos". Es necesario enseñar a utilizar un lenguaje correcto para ir formando ideas correctas al respecto. Cuando el mismo lenguaje de por sí es ambiguo o equivocado, ¿qué podemos esperar a nivel doctrinal?

¿Poderes especiales?
"Es que las imágenes están benditas", dicen algunos. Pues bien, hay que aclarar el sentido de la bendición de las imágenes, para evitar que por este hecho se les atribuyan "poderes especiales". Hay que aclarar que no solamente se bendicen las imágenes de los santos, sino también los carros, las casas, los niños, los enfermos… y no por eso adquieren algún poder especial.
Pues bien, ¿qué se le pide a Dios, cuando se bendice una imagen o estatua? Se le pide que tal o cual imagen o estatua sirva para recordar a tal o cual santo, con miras a pedir su intercesión (del santo y no de la imagen o estatua del santo) e imitar sus ejemplos.
Hay que ir aclarando también el sentido de los escapularios y las medallas, purificando ciertas ideas populares, que rayan en la superstición. En realidad, no es raro escuchar a una persona piadosa decir: "A mi no me pasa nada malo, porque llevo puesta esta medalla de la Virgen", como si las medallas tuvieran ciertos poderes especiales para ahuyentar el mal o atraer el bien en la línea de los amuletos y los talismanes.
Otro error: "El que lleva este escapulario, ciertamente se salvará por una promesa de la Virgen". Hay que explicar bien como están las cosas y no hacer de una determinada devoción una "ganga religiosa", asegurando cosas que nadie puede asegurar. Es necesario explicar todo el contexto que dio origen a una determinada devoción, con sus compromisos específicos, de los cuales el escapulario queda como una señal. En el caso de las medallas, hay que aclarar que sencillamente son símbolos de la propia fe como católicos.

Miedo o interés
Claro que todo esto exige un cierto esfuerzo y un cierto riesgo de parte de los agentes de pastoral. Ni modo. Se trata de vivir la propia misión profética, luchando por purificar la fe del pueblo. Lean los escritos de los profetas que encontramos en la Biblia y verán como también para ellos se trató de una ardua tarea, que los llevó en muchas ocasiones hasta la muerte.
Que si alguien no tiene madera de profeta y mártir, mejor que se meta a vender pepitas o tamales en la calle y deje de evangelizar.
Lo peor del caso es cuando alguien, en lugar de aclarar las cosas, se aprovecha de la confusión que existe en la mente de la gente para hacer su "negocio", explotando la credulidad popular. Por eso abundan tanto las estatuas de San Judas Tadeo, San Martín de Porres, San Antonio de Padua… con sus oraciones especiales para conseguir tal o cual gracia o "milagro". Por lo mismo, también no se hace nada para aclarar ciertas leyendas ligadas a santuarios muy famosos, donde se llega a creer que el "Cristo está vivo, es de carne y huesos, come, se baña y hace milagros a los devotos".
Como pretexto, se aduce el respeto que se debe a la fe del pueblo: "Esta es la fe del pueblo; no podemos quitársela". ¡Pobres de nosotros, si hubieran pensado lo mismo Jesús, los profetas y los apóstoles! Nos encontraríamos aún en el más grande paganismo. Por otro lado, no se trata de quitar nada, sino sencillamente de aclarar las cosas. "La verdad los hará libres" (Jn 8,32), dijo Jesús. Por lo tanto, no hay que tenerle miedo a la verdad. Al momento oportuno y con buenas maneras, hay que decir la verdad, sin obligar a nadie a cambiar de opinión. Hay que saber sembrar y poner la levadura en la masa, convencidos de que con el tiempo se dará el cambio.

Imágenes y Eucaristía
¿Cómo se puede pretender que el pueblo vaya formándose ideas claras acerca de las imágenes, si se ponen las imágenes en el lugar más importante y se les proporcionan los honores más grandes? Muchas veces el mismo sagrario está puesto bajo el nicho que contiene la estatua de la Virgen o del santo patrono.
En este caso, ¿cómo se puede saber si la gente está rezando al Santísimo o a la estatua que se encuentra encima del sagrario? Es necesario que a simple vista uno se dé cuenta de que vale más Jesús Sacramentado que la estatua de la Virgen o del patrono. Por eso es conveniente que, donde sea posible, haya una capilla especial para el Santísimo, sin ningún tipo de imágenes que llamen la atención. Que todo sirva para crear un clima de recogimiento, sin distraer la atención del sagrario.
Hay que reconocer que el pueblo tiene muchas ideas equivocadas con relación a las imágenes, pero al mismo tiempo hay que reconocer también que de parte del clero ha habido poca preocupación por aclarar las ideas. Al contrario, su manera de llevar las cosas en muchos casos ha contribuido a aumentar la confusión.

Adoración de la cruz
También a nivel litúrgico hay algo que crea confusión: la adoración de la santa cruz, que se hace el viernes santo.
Evidentemente, no se trata de adorar la cruz de madera que se está usando en la celebración, sino de adorar a Jesús, que por nosotros murió en la cruz el viernes santo. Pues bien, ¿por qué no se tiene el valor de cambiar la palabra adoración por veneración, quitando a las sectas un motivo más para atacarnos?
Claro que no faltan los pretextos para seguir adelante como siempre: "Se trata de una tradición muy antigua", "El cambio no depende de nosotros, sino de la Santa Sede"… ¿Y qué? Si nos damos cuenta de que algo está causando trastorno a la fe de nuestro pueblo, tenemos que movernos, hacer presente la situación a las autoridades superiores y pedir el cambio.
Es necesario que el clero y los agentes de pastoral en general estemos más cerca del pueblo para ayudarlo a crecer y madurar más en la fe. Y si hoy la presencia de las sectas está causando ciertos problemas a la fe del pueblo, es necesario que hagamos todo el esfuerzo posible para enfrentarlo con decisión y evitar que el pueblo quede desorientado. No podemos hablar de "misterio pascual", cuando la gente quiere saber qué hay en la Biblia acerca de las imágenes, el bautismo de los niños, la virginidad de María, etc. Tenemos que ser más prácticos con nuestra gente y no irnos por las nubes, queriendo imponer al pueblo un ritmo y un conjunto de doctrinas, que no le interesan para nada.
Tenemos que empezar por lo que la gente pide y necesita con urgencia y desde ahí movernos hacia un conocimiento y una vivencia de la fe más amplia y profunda. Si por miedo, incapacidad o interés personal no hacemos esto, no nos vayamos a quejar después si muchos ya no le encuentran sabor a nuestro caldito y se alejan en busca de otro más sabroso y calientito.

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